LOS ÓNFALOS
"En este momento, en
Ella, inconsciente de su importancia, está sosteniendo el mundo.
No se lo digáis, no le hagáis saber que de su juego depende Todo, que su capricho es la misión más grandiosa que se puede llevar a cabo. Jamás contéis este secreto a los niños: si girasen con una intención, si girasen con razón y sin risas, toda se derrumbaría. Es nuestro secreto, el que de todos modos nadie creería.
Esa niña, con todos los que una u otra vez giran sobre sí mismos ajenos al exterior, es lo que los griegos llamaron “ónfalos”, el Ombligo del Mundo. Son los que lo sustentan todo, el pilar que permite que haya órbitas y gravedades, lo que mantiene en su lugar todas las Leyes descubiertas y por descubrir. Son lo que fue Delfos y su piedra enterrada, la que en tiempos tragó un titán creyendo que era su hijo. Son lo que fue el árbol donde colgó un aesir, como lo fue aquel otro nacido con el único objetivo de dar sombra a una meditación. Son lo que fueron los pedazos de madera donde expiró un buen hombre, son el fuego de las vestales, lo que fueron Jerusalén y
El papel de ónfalos ha cambiado a lo largo de los siglos, ha pasado de objeto en objeto, de acción en acción. Los hombres, de forma inconsciente (o eso prefieren creer los sabios) han estado a punto de destruirlos a menudo. Con cruzadas, con guerras y con talas, han hecho peligrarlo Todo. Antes de la pérdida de ónfalos anteriores, sin embargo, otros actos u objetos han tomado el relevo de forma, quizás, arbitraria. Los intentos de destruirlos suceden aún hoy día, cuando los adultos, irritados, ordenan a un niño que deje de girar y reír. ¿Son conscientes del horror que podrían desencadenar? ¿Saben lo que podría pasar si ningún niño girase y girase sin razón mientras ríe?
Todo se derrumbaría. Se teoriza que no habría ningún ruido, siendo este lo primero en desaparecer. Tampoco importaría: en cuestión de segundos Todo se deshacería de una forma que las palabras no entienden. Sin ruido ni risa ni Verbo que haga la luz, todo se rompería con que durante un solo instante ningún niño sostuviese
Pero hoy, ahora, hay una niña en