lunes, 1 de octubre de 2007

Y comenzó...

Bien, bien, mis estimados lectores... vuestro humilde escritor ha comenzado hoy sus andanzas en el mundo universitario. Una experiencia cuando menos curiosa. Para saciar vuestra curiosidad (y si no la tenéis, os fastidiáis y esperáis a la próxima entrada para leer algo interesante, mis bienamados lectores) he aqui mi pequeña crónica del día.



Despertarme, ducharme, vestirme (si, amigos mios: fui vestido) y desayunar; no creo que tales actos merezcan vuestra atención. Mi facultad está ligeramente al norte de donde Jesucristo perdió las chanclas, lo cual implica cosa de 45 min andando (eso a la vuelta) desde mi casa. Al final, llegué con suficiente tiempo y tras preguntar un par de veces a la clase nº 29: hora de comenzar mis estudios sobre Literatura español I.



¡Eso creia yo, inocente de mi! El profesor habría decidido que era una buena hora para un chocolate con churros y los estudiantes nos quedamos en la clase hasta aburrirnos charlando entre nosotros. Después vino una sesión de Latín en la que la verdadera profesora faltó y tuvimos que escuchar a un amable ancianito intentando hacer bromas y explicando como a niños de primaria que "indoeuropeo significa que viene desde la india hasta europa" y cosas así. La última clase de la mañana fue Fonética y Fonología, con un profesor que nos trataba de ustedes, amante de los horarios ordenados y que (¡como no!) hacia bromas, si bien bastante más inteligentes que el anterior. Esta tarde he asistido a mi primera clase de una asignatura optativa (Literatura Hispanoamericana del siglo XX) que promete ser interesantisima y cuya profesora además... ¡no ha intentando ser graciosa!



Respecto a la uni, profesores chistosos a parte, he de decir que parece bastante interesante. Lleno de gente, lleno de cosas, lleno de líos, lleno, lleno, lleno... Los compañeros, al menos aquellos con los que he hablado, han resultado ser muy majos y muchos más en cantidad de los que me imaginaba (¡somos 40!). Asimismo, ironías de la vida, me he encontrado con un profesor del instituto que ha resultado ser compañero mío en Literatura hispanoamericana del siglo XX y que me ha pasado algunas cosas útiles.



En resumen, un día curioso y una experiencia curiosa. Ando un poco de ese sentimiento indescriptible entre añil y atardeceres que algunos llaman melancolía, pero ya se me pasará. Al fin y al cabo, aún estoy un poco enfermito.



Para terminar, el "bonito" escudo de mi uni: